martes, 24 de agosto de 2010

Fiestas de un día



Después de salir de Zaragoza con un verano de Julio un poco raro, climatológicamente hablando, llegamos casi de noche a Villa Goñi en Quintana, no sin antes comernos un buen atasco en Bilbao, espero que pronto acaben la variante, y que así, pasar Bilbao deje de ser una aventura de esquivar radares y evitar atascos. Llegar a casa fue todo un placer, descargar a los gatos, instalarlos y sobre todo descargar la nueva televisión para el salón con la aventura que nos pasó en la Fnac y comprobar que de verdad funcionaba.


Los primeros días los dedicamos a descansar un poco y desconectar del ritmo de trabajo, silencio y paz fueron la mejor ayuda y también una palometa roja que hicimos al horno y que estaba para chuparse los deditos de los pies. Los gatos se adaptaron muy rápido aunque fue Vito el primero en aventurarse más allá de su caseta.


El 25 de julio fuimos a Posada que era fiesta, me encanta el ambiente cañí de las fiestas de los pueblos, en las que no pueden faltar los globos, dispuestos a engañar a cualquier padre para contentar los tirones agresivos sobre pantalones y faldas de sus hijos para que le compren un globo. Por lo que pude comprobar, al igual que ya no hay canción del verano, tampoco hay el globo del verano en la actualidad, que lejos quedan ya los globos de los Power Rangers o los de corazones metálicos.


La caravana del tiro de pichón y el dardo sin punta parecía que no había pasado el tiempo para ella, si no fuera por que los peluches estaban dominados por Bob Esponja y muñecos japoneses tipo Pokemon que ya me resultan desconocidos, me imagino que si estuvieran aquí Claudia, Paula o Eider se los conocerían a todos, ¿será que me estoy haciendo mayor?


Tampoco se quedan atrás la caravana de las golosinas y los juguetes, si fuera niño serían mis preferidas las armas de juguete, recuerdo que de niño babeaba los cristales de una tienda cerca de la calle Alfonso de Zaragoza mirando un escudo con casco y espada de centurión romano, no recuerdo si tiré del pantalón de mi padre, pero si recuerdo que me tuve que contentar con dibujarlos sobre una cartulina y luego recortarlos para jugar, por cierto, la espada no me duraba más que un segundo sin que se doblara. ¿No os comprarías ese rifle winchester o la espada laser?


Después tomamos unas Voll-damm en uno de los bares de Posada, y la botella de tercio estaba a 1,30 euros, y en fiestas, todavía me preguntarán por qué me gusta Asturias.


Dimos una vuelta por el pueblo y además de los típicos autos de choque y el castillo inflable, para los que tenían hambre había una caravana que vendía bocadillos y hamburguesas, pero lo más flipante era como tenía el mobiliario de dentro de la caravana, parecía una cocina de casa, tal vez a ésto sea lo que llamen comida casera.


Y como no puede ser de otra manera en los pueblos en fiestas de Asturias dos orquestas enfrentadas con una infraestructura impresionante y sólo para una noche. Las dos estaban ubicadas en la plaza y como no se veía mucho movimiento nos fuimos a cenar a casa. Por la noche no sé si llegaron a tocar o no las orquestas pero ni las oímos desde casa, lo que hace dormir con tranquilidad y sin pasar calor.

2 comentarios:

  1. Y que me dices de nuestro pescatero que nos dijo orgulloso que habían tirado la casa por la ventana para traer dos orquestas "buenísimas, te lo digo yo", una de Valencia y la otra de La Coruña.

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  2. Y que me dices del pedillo que llevaba que al otro día ni se acordaba que nos había visto.

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