martes, 19 de octubre de 2010

Kiosco de mi vida



Paseando el otro día por Zaragoza, pasé cerca del kiosco de la Plaza San Francisco, en mi adolescencia, si es que se puede llamar así la etapa en la que te pones mú tonto, lo visitaba con frecuencia y asiduidad, era mi mejor biblioteca, apenas tenía dinero para comprar el Zona84, o el Creepy, pero mi diversión era mirar las portadas, las escudriñaba, leía los titulares y los subtítulos, la foto de portada y todo lo demás hasta el límite, hasta el punto de imaginarme como sería las noticias que irían dentro, mi mente resolvía los artículos sin haberlos vistos -desde la ignorancia claro está-, aprendí mucho en esta etapa de composición, equilibrio, de cómo llamar la atención y en definitiva de lo esencial que tiene que tener una portada de revista.


Y allí permanecía plantado por horas, mirando y mirando, y de reojo con miradas furtivas a las revistas porno, que uno en cuanto ve mucha carne libre se altera, la zona de los comics era mi preferida, poder ver nada más que salía el nuevo número del Víbora, el Makoki o lo último de Azagra con "Pedro Pico y Pico Vena" era todo un subidón de adrenalina. Por todo ello, gracias al kiosco de la Plaza San Francisco, por ser mi biblioteca visual de referencia y por aguantarme hay de pié tanto tiempo dejándoles tan poco dinero. Gracias por dejar abierta esa caja de bombones para mis ojos.

5 comentarios:

  1. Palabras llenas de nostalgia, y muy bonitas. Dan ganas de llevar este manifiesto al kioskero de la Plaza San Francisco. Se sentiría muy reconfortado por el reconocimiento.

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  2. Yo creo que dirían más "otra vez este freak". Gracias por estar de vuelta.

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  3. Bueno, yo no tengo un kiosko en mi vida pero lo que sí que tengo es la tienda de chuches, revistas, periódicos y algún que otro juguete que había en mi barrio. Lo regentaba el señor Vicario, que para nosotros ya nos parecía muy mayor, pero que se mantuvo en ese estado durante más de 18 años, por lo menos así que tan mayor no sería, digo yo, sólo que a la vista de un niño todo se agranda, se envejece.. todo es distinto, todo se ve desde otra perspectiva. Bueno, el caso es que tenía muy mal humor y se enfadaba mucho cuando entrábamos todos a la vez a pedirle cosas, eso sí, no se cortaba un pelo en darnos un grito y dejarnos a todos secos como un palo y hasta pedirle las cosas con un "por favor". En cambio, su mujer, de la que no recuerdo su nombre, era una bendita, tenía una paciencia con todos nosotros.
    Yo lo que más pedía eran regalices rojos, eran mi perdición.

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  4. Y estoy seguro de que de los negros también dabas buena cuenta. ¡Ay señor Vicario! que bendito.

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  5. ESTIMADO bloquero david, los kioskos de antes si que molaban, con los mortadelos , don mikis copitos, carpantas. que tiempos. ahora no leen los niños. en italia se sigue editando topolino, el pater del don miki.
    una pena. con lo bonito que eran los tebeos.
    ojala volvieramos a esos años.

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