martes, 4 de enero de 2011

Cartas desde Argentina



Es en estas fechas cuando recibes las felicitaciones desde los lugares más lejanos que te puedas imaginar, últimamente por las nuevas tecnologías casi ninguna, pero quiero rendir homenaje a ese legado epistolar que nos ha quedado a nuestra generación y que difícilmente tendrán las que vengan a no ser que lo dejen grabado en una usb o similar, la diferencia es la letra manuscrita contra la arial 10. Tanto Ana como yo tenemos familia en Argentina, en ambos casos emigrantes desde Anguiano que se asentaron en Buenos Aires DF.


El otro día mientras mis padres vinieron a cenar el día de nochebuena con nosotros, mi padre me contó que un primo nuestro de Argentina había fallecido, ya le habían antecedido mi tía Lorenza y mi tío Cristino que tuve la suerte de conocer en vida gracias al viaje que hicieron en los 80 a España aprovechando las ayudas que daba La Rioja para sus emigrantes. Nunca pude tener mucho apego a unos primos que nunca conocí, tal vez hoy las nuevas tecnologías habrían hecho un gran favor a nuestra relación, pero entonces se limitaba a que mi padre en la carta que les enviaba cada 3 ó 6 meses escrita con su máquina de escribir Olivetti nos hacía (casi obligaba) a que al final mi hermano y yo incluyésemos unas líneas a bolígrafo contando algo a alguien que apenas conocíamos. En mi recuerdo nunca olvidaré de aquella visita el acento argentino de mi tío Cristino, sus anécdotas de la guerra civil y como desengrasaba un clavo con el sudor de su frente que se unía con su calva, también de mi tía Lorenza García Muñoz, que siendo hermana de mi padre hablaba (al menos así me lo parecía entonces) con un tono argentino que la hacía parecer extraña, ellos marcharon ya con sus tres hijos (que casi eran de la edad de mi padre entonces, Lorenza era la hermana mayor), que me imagino que nunca olvidaron esos pocos años de infancia en Anguiano.


En el caso de Ana su tía Matilde Quintanar marchó muy joven para Argentina, allí conoció a su marido (ahora fallecido), allí tuvieron un hijo, Alejandro (o como el pone en el remite y parecen tres nombres Alejandro Rafael Alvaro Quintanar). Ellos por suerte han venido ya en varias ocasiones a España, y hemos podido conocernos un poco mejor, pero me parece que Ana en su infancia también le tocó rellenar cartas sin conocer muy bien su destinatario.


Para todos aquellos que la distancia hizo que no nos conociéramos bien, va mi homenaje en este post, para los que ya no están y para las generaciones que siguen, aunque en el caso de mi padre ya hayan perdido el apellido García, y en el caso de Ana con Álvaro, que al ser mucho más joven conserva todavía el Quintanar. Al menos por un momento a todos os siento cercanos, feliz 2011 a todos mis familiares desconocidos.

2 comentarios:

  1. Es verdad, qué recuerdos, las cartas de antes... Mi madre escribía muy, muy a menudo a su hermana y siempre teníamos que escribir algo nosotros al final.
    Ésas eran las más sencillas, dentro de lo que cabe, lo peor era cuando se empeñaba en que además de la suya escribiéramos nosotros otra.. toda una carta que nosotros terminábamos en 3 líneas pues no sabíamos qué contar, pero ya se encargaba mi madre en darnos temas para poder escribir y hasta que no veía una carta más o menos larga y adecuada a su propósito no nos dejaba en paz.
    Y me temo que a mi primo le pasaba tres cuartos de lo mismo porque de vez en cuando también recibíamos cartas de él que seguro le costaba mucho escribir.
    ¡Qué tiempos aquellos!
    Feliz año 2011 para todos los que están fuera de España!

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  2. Y qué me dices de los paquetes que llegaban allende los mares? y de los alfajores? y de los paquetes que mandábamos para allí? esos pimientos riojanos? (para que ahora nos vengan todos de Perú).

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