martes, 26 de julio de 2011

22 años, 192.720 horas soñando contigo



Hace ahora 22 años que te conocí en una noche de julio calurosa de fin de fiestas en Anguiano que abría paso al día de Santiago. Hace ahora 22 años que mi vida cambió.

Por la mañana me encontraba preso en un pueblo en el que no teníamos amigos y los veranos se empezaban a hacer largos estando todo el día juntos mi hermano y yo, además eran tiempos en los que a cada uno nos apetecían cosas diferentes. Aquella mañana del 24 de julio, aburrido y harto del ruido de las calles en plena de fiesta de Anguiano que apenas me habían dejado dormir, me marché a andar un rato dirección a Valvanera, y andé, y andé, pensando en mis cosas, pidiendo para ver si se me daba algo, y entre tanto pensar y andar, sin darme cuenta llegué al Monasterio de Valvanera, lo visité, me relajé y emprendí el camino de vuelta, pensando y jugando con los sueños.

Después a comer a casa en una mañana gastada en paseos, estaban mis primos y mis tíos de Fuensalida, y eso lo hacía todo más fácil. La tarde y la noche se echaron encima, y pese a mi reticencia salí con Sandra a dar una vuelta. Camisa blanca, pantalones negros e inmaculadas playeras blancas, los bares estaban casi vacíos comparados con los otros días, ya sólo estábamos la gente del pueblo. Serio contemplaba como se divertían en el pueblo al compás de la orquesta haciendo el baile de la escoba, que difícil es entender ciertas acciones cuando no estás integrado en ellas. Una cerveza aquí y otra allí, para acabar como siempre en La Herradura, mi prima y yo. A esa hora ya sólo quedaban todos los jóvenes del pueblo, mucha testosterona, sudor y cerveza en vasos de plástico sobre una noche estrellada que se recortaba entre los riscos del pueblo.

Allí estábamos sentados Sandra y yo, hablando a lo nuestro, y yo con más talante serio que divertido, no me sentía agusto en ese ambiente. De repente una chica de color que estaba enfrente nuestra, que portaba dos guantes amarillos sin dedos, que resaltaban todavía más su color de piel, se acercó hacia nosotros, y mirando a Sandra le preguntó: ¿oye, éste es tu novio? El éste debía de ser yo, Sandra me miró perpleja, pero respondió ante el temor de una respuesta incorrecta, "nooo, nooo" titubeó. La chica al oirlo, se volvió para atrás y les hizo un gesto a sus amigas diciendo: "¡chicasss!¡qué no es su novio!", y así empezaron a venir una detrás de otra para presentarse, dos besos por aquí, dos besos por allá, todas decían sus nombres, compuestos en el mayor de los casos, que se me olvidaban al segundo. Una vez realizadas las presentaciones nos obligaron a levantarnos e ir hacia su grupo a un lado de la barra. La música continuaba y por suerte alguna vez sonaba "Héroe de leyenda" de Héroes del Silencio, curiosamente entre los chicos que allí había estaba Cachi, locutor de Zaragoza y gracias a él había conocido a Héroes y otros tantos grupos que empezaban en Zaragoza, el resto de chicos comenzaba a estar en un estado más lamentable que honorable.

Tras pasar unos minutos y mantener conversaciones vagas con alguna de las chicas, que hábilmente nos habían separado a mi prima y a mí, me di cuenta que a mi espalda había una chica que no se había presentado entre toda la marabunta que me había atacado minutos antes, me sorprendió, la miré y me miró, tenía unos ojos oscuros preciosos y un color moreno envidiable, seguía aguantando la conversación con una chica sin hacerle apenas caso, y mirando fugazmente a esa morena. Finalmente me acerqué a ella, le pregunté por qué no se había presentado y su contestación orgullosa me encantó, desde ese momento empezamos a hablar y parecía que nos conocíamos de siempre. La gente empezó a desaparecer y Sandra se marchó a casa.

Salimos a la terracita del bar La Herradura, de techo las estrellas, de sonido un altavoz que distorsionaba, y de compañía dos ojos negros. Los nervios me hacían beber y beber una cerveza tras otra conforme las acababa, suerte de mi aguante. Recuerdo que nos reímos mucho, si le decía una verdad no se la creía, si le contaba una mentira le parecía la mayor verdad del mundo. Sobre el cielo ya empezaba a amanecer y los bares cerraban agotados, vendiéndome la última cerveza por buen cliente. Marchamos hasta la calle mayor para ver si en algún bar nos dejaban papel y boli para anotar nuestras direcciones, pero la gente no estaba por la labor, alguna amiga suya hasta le dijo que para qué quería la dirección si me tenía allí. La acompañé hasta su casa en el barrio de Eras y me dijo sus datos, mi mala memoria los intentó retener y allí la dejé, en la puerta de su casa sin darle un beso que era lo que más hubiera deseado en ese momento, pero ella era especial.

Nada más dejarla, repetía en mi mente su dirección de Vitoria y su código postal, lo repetía y lo repetía, no lo quería olvidar, y mientras iba camino a casa, todas las cervezas ingeridas hasta entonces me hicieron unas horribles ganas de mear, apreté el paso mientras repetía la dirección y cruzaba las piernas, por fin llegué a casa, tomé un papel y un boli, escribí la dirección y me fui corriendo al baño, no recuerdo cuantos minutos estuve meando, pero mi madre bajó asustada pensando que mi estancia en el baño se debía a otro estado menos natural. Miré el reloj y eran las 7 de la mañana, preparé mis cosas y me marché a coger el autobús que me llevaría a Logroño, y que salía a las 8 de la mañana, de Logroño me iba a Zaragoza ya que yo trabajaba el día después de Santiago en mi primera agencia de publicidad. Tomé el autobús, miré al pueblo mientras con su ruido de motor viejo abandonaba las últimas casas y sentí que algo diferente me había pasado. Al llegar a Logroño, un poco cansado y renunciando al sueño, me compré unas cuartillas en la leve parada hasta coger el autobús de Zaragoza y le escribí a esos ojos negros mi primera carta, mis primeras palabras que salían del corazón.

Veintidós años después, sigo mirando a esos ojos negros y sé que es lo más bonito que me ha pasado en la vida, y más ahora que me ha dado lo segundo más bonito de mi vida, nuestra hija June. Te quiero Ana del Mar.

8 comentarios:

  1. Dos buenas personas que un día cruzaron sus caminos para nunca jamás volverlos a separar...
    Aunque ya me sabía la historia...
    QUE MAJISMO ERES¡¡¡ Tal para cual con Anita.

    :)

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  2. Joe prima, sucumbiste a los encantos del señor Romeo!!!!A saber que le contabas granujilla!!!Que tenias tierras y vacas, seguro!!!Je,Je.Pues yo restando mis años a los que dices, tenia 9, y no creo que estuviera por alli, por que si no.....ENHORABUENA y un abrazo mu fuerte pal trio(sin pensar mal)

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  3. Ja, ja, gracias Miguel, la verdad que aquel día por la tarde si que estarías rondando por ahí de chamizo en chamizo para ver si te daban algo.
    Un abrazo

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  4. Después de hacer un montón de parones para secarme las lágrimas, he podido leer este post tan especial y tengo que decir que ese día fue muy especial también para mí, conocí a una persona maravillosa y extraordinaria de la que me enamoré locamente y de la que sigo enamorada, es más, yo diría que me ha vuelto a enamorar.
    No tengo palabras para expresar todo lo que siento, espero que estas palabras sirvan como ejemplo pero es más y mucho más lo que me transmites cada día con sólo mirarte.
    David, te quiero con locura y espero seguir como mínimo otros 22 años más.

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  5. Sinceramente creo que es precioso y esos os hace especiales a los dos. Un besos para los tres.

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    Respuestas
    1. Si somos especiales es por la gente que estáis a nuestro lado.

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