lunes, 25 de julio de 2011

Amanece en la ciudad



En un instante el negro estrellado se transforma en azul oscuro y los primeros rayos de luz inundan la capa celeste. Amanece en la ciudad, las calles vacías, repletas de sueños y luces mágicas, se abren en todas las direcciones, en todos los caminos sin obstáculos ni problemas. Comienza un nuevo día, que sea único o vulgar depende de la suerte, que sea mágico y especial depende de uno mismo.


Los árboles se cimbrean sobre los tejados de los edificios y apagan las luces de las últimas farolas que han resistido a la guardia de la noche. La última semana de julio comienza con viento y frío, con los últimos coletazos de trabajos y cruzando los dedos para que no entre ningún marrón de última hora. Uno ya sueña con vacaciones, con estar pronto en Asturias, con que nos vayamos por primera vez los tres a nuestra casita asturiana. No sé si es la cercanía de este momento, o tal vez el cansancio acumulado, pero tan sólo espero y deseo que esta semana sea únicamente de cinco días.

Amanece en la ciudad, y yo, ya estoy pensando en las vacaciones.


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