martes, 13 de septiembre de 2011

De puertas adentro y ventanas afuera



Sobre una calle en cuesta, una puerta habla: "No aparcar. Salida de coches". Sobre una calle en cuesta uno se pregunta: "¿Ahí entra un coche?". Sobre una calle en cuesta un balcón roto con macetas descuidadas sonríe cada vez que ve a la gente pararse a ver a su hermana la puerta de abajo. Sobre una calle en cuesta, una puerta se cierra en banda.


No hay pared, no hay visillos, no hay ventana que no deje pasar los pensamientos. La ventana abierta, la pared cerrada. La miro y me mira, por un momento creo que yo estoy dentro y la habitación está fuera. Si cierro un momento los ojos puedo ver lo que no veo.


La ventana aspillerada sólo ve un mundo en vertical, desde su oscuridad contempla su univerja de un hierro solo, desde dentro se ve la luz rectangular, desde fuera, simplemente, no se ve.


Si miras la fachada toda de vez, todos hablan y nadie calle, las ventanas recuerdan su historia y sus formas pasadas, los hombres domaron puertas en ventanas y ventanas en ojos. Desde la ventana alguien mira, desde la calle imposible no soñar.


La historia está ahí, y sobre ella marcos imposibles y botes de limpieza, tras la verja el día a día, sobre la verja el siglo a siglo.


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