lunes, 26 de septiembre de 2011

Un corte a la vida



Hay veces que haces cosas y lo mejor es no pensarlas, así me ha pasado a mi, una idea te ronda la cabeza, una vieja promesa y llega el momento de saldar cuentas. Tantos años con melena acotada en coleta, toca acabar con una etapa para empezar con otra, es el momento de darle un corte a la vida.


Tendí un plan junto con mi prima Vane, aprovechamos una visita rutinaria que tuvo y previamente acordamos que trajera todo el material para el corte y confección, eso sí, todo llevado en el más estricto secreto. Al venir mi prima y mi tío, teníamos comida familiar en casa de madre y ese sería el lugar acordado para llevar a cabo la tala capilar. Después de comer nos subimos al baño de arriba y sin querer pensarlo me vi sentado, frente a un espejo y unos lavabos, con una protección verde y el pelo húmedo después de habérmelo lavado. El primer corte dolió, en el suelo caía el pasado a mechones, y las historias eran pelos que revoloteaban al ser seccionadas.


Mejor no mirar, las hábiles manos de mi prima cortaban con seguridad, tras cada corte de tijera había un antes y un después.


Era mejor no mirar, sentir todavía pelos largos sobre las pestañas, no compensaba el estar pensando lo que cortaban por detrás.


Y apareció la maquinilla (curioso nombre acortado), y tras su ruido, los pelos caían y caían, me sentía menos arropado, pero más fresco.


El pelo para un lado y luego para el otro, no había lado sin cortar, y ya era mejor seguir que parar.


Una mirada al espejo, un no querer mirar, me veía entre los pelos, codificado, pero ya sentía que lo de hacerse la coleta había pasado a otros tiempos.


Mi primera mirada seria al espejo, mi primera mirada atónita, los ojos abiertos como espuertas, me parecía volver al pasado, catorce años atrás, el tiempo jugaba conmigo y los pelos seguían cayendo.


Ondas y rizos hacían su aparición, con abundantes canas se me marcaba mejor el tiempo, me miraba he intentaba conocerme.


Vane seguía apurando y apurando, ya que te pones, lo mejor es hacerlo bien, y lo hizo muy bien.


Maquinilla de nuevo para rematar, y por un segundo una pregunta llegó a mi cerebro en forma de: "¿pero tu sabes lo que has hecho?". Una ceja se arqueó, respondiendo no.


Pero ya acabada la faena, sonreí, me sentía nuevo, di carpetazo a lo de atrás, y sí, lo reconozco, prometí hace ya más de catorce años que me cortaría el pelo cuando fuera padre, no por el punto conservador, sino creyendo que había que poner un cambio a algó, catorce años estuvimos intentando que me cortara el pelo, pero soy hombre que cumple sus promesas y hasta que hace poco no llegó June, no pude cumplir lo prometido. Ahora ya sí, ahora puedo volver a dejármelo largo, o no, ahora empiezo de nuevo a sentirme yo mismo, temblad mortales.

4 comentarios:

  1. ey primo guapo no guapisimo y no te lo dejes largo prometo que cada vez q vaya te lo corto sera un placer volver a cortartelo...besoss

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  2. Je,je,je.A ver si vamos a ser como Sanson, y ahora vamos a perder la fuerzaaaaaaa, mañoooooooo!!!!!

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  3. En tus manos me encomiendo, todo el mundo dice que un acierto. Guapa!

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  4. La suerte es que no soy como Sansón, la fuerza se me pierde por la boca. Gracias Miguelón.

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