miércoles, 5 de octubre de 2011

Sobrinos saltinbanquis



Tienen un poder especial esas actuaciones de feria de fiestas de pueblos, no precisan de gran imagen y brillantes luces, con unas letras enormes y combinando rosa con amarillo basta; no necesitan la última recopilación musical para atraer como un imán a los niños, y menos si son unas camas elásticas zurcidas una y otra vez, y con unos dueños que distan mucho de la palabra profesional de feria.


Fue decirles a mis sobrinos que los llevábamos a las camas elásticas que se les cambiaron las caras, les brillaron los ojos y les sonrió todavía más la cara, volaron como sólo vuelan los niños, desafiando con sus velocidades sus piños contra el suelo.


Primero tocó esperar, yo como tío quería invitarles, pero ambos padres, principalmente mi hermano, desenfundaron los billetes más rápido que nadie, y me quedé en la intentona y con la idea. Allí se colocaron los tres, los dos UU, Unax y Uxue, y Daniel, con sus fichas en la mano que no soltaban ni por el caramelo más bueno del mundo.


Daniel al principio un poco recatado, y algo nervioso por lo que iba a hacer en breve, con su mejor carita de bueno, miraba a su padre, mientras el resto de niños chillaban como locos, plenamente alborotados, Camela sonaba de fondo de la atracción de feria, el buen gusto hasta en el último detalle.


Uxue, mi morcillita preferida, esperaba ansiosa, llena de muecas para mis fotos, esperaba ansiosa que la sirena de la atracción sonase y pudiese subir cuanto antes, sin darse cuenta sonó y todos entraron como locos invadiendo las camas elásticas sin casi dejar salir a los que estaban dentro.


No había empezado todavía la atracción que ya estaban saltando como locos los tres, salto arriba, salto abajo, salto arriba, buen porrazo. En nada tuvieron que parar ya que tenían que darle los bonitos tiquets de plástico rosa al dueño del negocio, que cigarro en labio los recogía sin prestar mucha atención.


Unax marcó con profesionalidad los tres pasos de un buen salto: uno, saltar lo más alto que se pueda, dos, flexionar lo más fuerte que se pueda, y tres darse un tortazo de muy señor mío.


Uxue marcaba perfectamente los tres tiempos, eso sí, con la mejor de sus sonrisas alzaba sus coletas al viento, y no cambiaba su cara ni para pestañear, si encontráis alguna diferencia entre sus fotos de su cara, premio para el mejor observador, en todas tiene la misma sonrisa.
Nota: la foto en la que se cae de culo no vale como diferencia.


Daniel tenía una táctica más personal, el saltaba y punto, como si fuera un conejo no paraba quieto, tampoco dejaba de mirar a Unax para intentar copiarle, le viene de sangre la competitividad, se pasaba más tiempo mirando que saltando, pero se lo pasó pipa.


Caer y levantarse a la velocidad del rayo, esa es la táctica a seguir. Tortazos y brincos sobre una cama elástica que no da mucho más de sí. Viéndolos, me parece oír de fondo aquella canción que decía: "Salta, salta, pequeña langosta…".


Unax a una indicación paterna se puso a saltar bien, se levantaba y daba unos buenos brincos, hacía el cristo o la momia con infantil precisión, pero al final el resultado siempre era el mismo, cabeza en la lona.


También nos deleitó con alguna apertura de piernas, de esas que ponen en peligro el pantalón y te tienes que ir a casa con un agujero, en salva sea la parte, para evitar la aireación interior y cambiar el pantalón. De repente sonó la sirena, y formales y obedientes, como no habrían hecho nunca en casa, salieron por orden de las camas elásticas, sonriendo y buscando en sus padres la aprobación a sus saltos, mientras el hombre de cigarrillo en boca se preparaba a dar cabida a la siguiente tanda.

2 comentarios:

  1. ¡Qué gozada ver a los sobrinos pasárselo tan bien!¡Además, son tan guapos!
    Yo también quiero.....

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  2. Pero ¿qué quieres? ¿saltar? ¿más sobrinos?

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