Vientos del pueblo e islas sin electricidad

El siglo XXI va camino de convertirse en el comienzo de siglo más deshumanizado, repletos de chips y tecnología creada para el disfrute individual, relacionándonos a través de programas y de redes que manejan nuestros más íntimos secretos e imágenes, arrastrados por los mercados y puntuados por empresas de valoración que no supieron valorar, recluidos en los hogares y sin necesidad de salir a buscar nada pues todo nos lo traen a casa, las plazas y las ágoras de las ciudades reemplazadas por los centros comerciales, y tantas otras cosas que me pregunto, ¿dónde está el hombre? ¿qué ha quedado de nosotros?

Somos capaces de indignarnos, pero incapaces de hacer nada, los vientos del pueblo que en otros tiempos podían ser huracanes, ahora son meras brisas que los dirigentes controlan con un trozo de postre, políticos en los que poco importa su color y que tiñen su labor de poca ética y enriquecimiento personal. En el momento de la historia que más fácil nos es comunicarnos, más difícil sería convocarnos a todos y que consiguiéramos algo, no hay líderes, no hay seguidores, no hay vientos que nos muevan y nos dejamos llevar por la vulgar corriente que nos empuja sin preguntarnos nada. Por suerte no estamos solos, por que nada somos sin nuestro ordenador, iPod, iPad, iPhone o Blackberry, pendrive, televisión, lavadora, lavavajillas, microondas,…

La pregunta preferida del siglo XX era ¿qué te llevarías a una isla desierta?, la del siglo XXI se responde con otra pregunta muy simple, ¿tendría electricidad?