viernes, 9 de marzo de 2012

En publicidad, una de cal y otra de arena



Sin quererlo me topo con la publicidad en una entidad bancaria que a mi, habitual y profesional curioso de la publicidad, últimamente le cuesta girar el cuello para ver una buena campaña de comunicación de un banco, y digo buena por ser escasa la creatividad en este tipo de recintos, salvo por contadas apuestas del Banco Sabadell o esporádicas campañas de otras entidades. Me parece curioso y atractivo el mezclar el código de la moda con los regalos que hasta hace dos días estaba haciendo la misma entidad, y reconecer que efectivamente, la vida se paga en euros, y que te regalen un televisor de 28" por domiciliar la nómina, en estos tiempos de pocas nóminas, es poco más que un fuego de artificio. Un aplauso para la agencia y un "no me engañáis" a una entidad que te cobra por llevar una transferencia al mismo banco, por más esfuerzo publicitario, al final, lo que no puede fallar es el producto.


Y también sin quererlo, me tope con esta publicidad que también hizo detener mi paso, no sabía si la publicidad era una broma o era real, tras pararme y dedicarle un tiempo a leer el cuantioso texto que tiene  para ser publicidad exterior (dudo que muchos hayan dedicado el tiempo que yo le dediqué), me sentó mal que tan buen fin tenga tan mala definición creativa, seguro, y cuando digo seguro, es que lo estoy, es que fue una cuestión de dinero y al final los anunciantes deberían reflexionar sobre el perjuicio de hacer algo que sea barato pero al final no funcione, lo siento por Vicente, pero el texto nada tiene que ver con la imagen y viceversa. Siento que en este mundo de locos, al final nos estamos olvidando que hacemos publicidad para que se nos vea, no simplemente por cubrir espacios.

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