jueves, 5 de julio de 2012

Doctor Deseo IV: soñar con elefantes que caen de pie



Mientras las canciones se desgranan intercaladas con letras de otros discos que nos llevan a muchos recuerdos y presencias, el clímax va subiendo sin casi darnos cuenta, a mi lado la gente ya canta a grito tendido, sin vergüenzas, sin miserias, sin pudor, al igual que lo hago yo desde lo más profundo de mi corazón.


El viento entra con fuerza, el resto es silencio, sólo un foco ilumina la escena y las notas que salen del instrumento dorado se calan en la piel demostrándonos que estamos ante un espectáculo diferente y en directo. Sonidos africanos llenan de dunas la sala, es la hora de Sueño con niños y elefantes: "La muerte es infatigable. La vida ocupa las calles. ¡Qué cruel nuestro olvido! Toda la sensualidad, el corazón del cambio, en el hombro desnudo de una joven Peul". Comienza una canción cargada de reflexión social, que nos hace ver que las diferencias las marcamos nosotros, y que las apariencias son más reales que lo que muchas veces nos creemos.


"Al sonido envolvente, siguen los versos: "La memoria de las cadenas surcando mares de sangre se transformó en música, en este caos de negros, y sonrisas blancas, andar es el arte, la más bella danza para el encuentro. ¡África!". Todos tarareamos al unísono el nombre del continente, y lo repetimos al son de la música. "Algo perdí en el camino que en esta tierra de ensueño te lo regalan. Toda la sensualidad, el corazón del cambio, en el hombro desnudo de una joven Peul. ¡África!". En mi mente el recuerdo de bellas africanas, que en nada estiman su belleza, con morros pintados de morado y pañuelos de colores sobre la cabeza, encuadrando dos ojos que miran con pureza.


"Estrella polar y cruz del sur. Las dos bailando bajo un mismo cielo. ¡Cuánta magia, esperanza y deseo en esta gente, en esta tierra! ¡Es tan grande la noche en la sabana! Desaparezco. Sueño con niños y elefantes. Desparezco. Sueño con niños y elefantes. ¡Mali! ¡África!" y así nos quedamos todos tarareando el nombre de África, estirando sus vocales en un baile que amansaba nuestros cuerpos y nos llenaba de calma y paz.


Ante esas notas Francis nos convocó a un descanso, a dar paz a nuestros cuerpos y vicios para los más necesitados, se bajó el telón y las luces lo inundaron todo, fue como romper un momento de intimidad pero seguramente fue necesario. Miradas hacia atrás y hacia delante comprobando a los compañeros de magia, a los viajeros de este tren del deseo. Casi sin darnos cuenta, la luz se apagó de nuevo, la oscuridad lo llenó todo, y al poco sobre el telón un foco iluminaba con un círculo perfecto su centro, de allí surgieron Francis y Joe, y de nuevo versos de canciones viejos iniciaron la magia que por un momento se había pausado.


En nada se abrieron de nuevo las cortinas del cabaret, y tras él, un patio de andar por casa, la familiaridad de las sillas y la intimidad llevada a su mejor expresión, boas rosas y el sonido más acústico, para hablar del país de la abundancia, de esta crisis que viven muchos y disfrutan unos pocos, que a veces nos dejan jugar a sentirnos algo, Aprendiendo a caer de pie: "Estúpidos vendedores de humo. Payasos con trajes de lujo. Niños perversos. Se han creído que el mundo es el lugar del juego de su vanidad".


Como meros espectadores asistimos al espectáculo al que nos convocan políticos y banqueros, sentando las bases de su juego en el que nos invitan a participar pero no a crear nuevas reglas: "¡Cuántos corazones rotos! ¡Cuántos más fuera de uso! Es buen momento para abrir las ventanas. Huele fatal en el país de la abundancia".


Las guitarras carraspean más que nunca, y la noche gitana se acompaña de sus cuerdas y del cajón que retumba entre los sueños, es la hora de soñar con sobrevivir: "Cada vez que me miras con esa sonrisa. Cada vez que susurras un —te quiero— en mi oído. Cada vez que vivo y me muero en tu cuerpo. El mundo por un instante parece perfecto". El amor es algo que nadie nos podrá quitar, ni robar.


La canción acaba y repite su mensaje: "¡Otra vez! ¡Otra vez! Bailando en la cuerda floja. Aprendiendo a caer de pie". Las guitarras rugen más que nunca, habría que abrir la ventana, expulsar la basura y todo lo malo, para volver a crear el país de los sueños, y no el de la abundancia.





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