martes, 6 de noviembre de 2012

Claves de una crisis IV: el letargo de una sociedad



Nuestra sociedad se había quedado dormida, aletargada, se había dejado acunar por la madre Estado y esperaba su ración diaria de vida más o menos fácil y de soluciones ante los problemas. Los gobiernos se habían encargado de fomentar una sociedad cada vez más individualizada y por lo tanto mucho más controlable. La sociedad se limitaba a escuchar y ver lo que le proyectaban por la televisión y hasta lo más mundano se había convertido en trivial. Hasta que un día todo estalló y la burbuja de seguridad se rompió hecha añicos, la sociedad comenzó a despertar, pero muchos, siguen todavía bostezando. Aquí van algunas claves de esta crisis social:


1/ Esto no va conmigo
Mientras la gente joven salía a la calle para rebelarse e indignarse con una situación que les hipotecaba de por vida, los políticos y mucha gente, los veía como ociosos y acalorados jóvenes, que en lugar de dedicarse a trabajar se dedicaban a protestar. Es curiosa hasta donde puede llegar muchas veces la estupidez humana, para querer negar una realidad que tienes enfrente de tus ojos y querer verla con los ojos que nos dictan desde los púlpitos. Poco a poco se fueron sumando los parados a los jóvenes, si es que estos últimos no estaban ya suficientemente parados, después, los abuelos y jubilados.


Todos, indignados con lo que está sucediendo, muchos representando ese tercio de la población que no vota por no sentirse representado y otros, votantes engañados y hartos de tantas mentiras. Aún así, muchos desde sus casas se obstinan en querer ver intereses políticos para no entrar en las verdades que se dicen desde las aceras de las ciudades, es mejor deslegitimar la protesta que aceptar la crítica. Muchos de a los que se les llena la boca con la palabra democracia, se les vuelve a llenar para enviar a la policía a reprimir manifestaciones pacíficas pero incómodas.


2/ Indignados a distancia
Hay muchos que desde nuestros sofás de casa y en la comodidad del hogar, nos cabreamos cuando vemos las manifestaciones y el uso mal intencionado que se hace de ellas, el afán de criminalizar las protestas y el esfuerzo manifiesto de no escuchar lo que dice la gente de la calle, gente, que los políticos se aseguran de que no esté representada en el parlamento. Somos gente que no salimos tanto como nos gustaría a la calle a protestar, nos han domesticado tan bien, que hasta salir a la calle parece algo malo. Los políticos siguen sin darse cuenta que somos una bomba de relojería, cualquier día, pasará algo, un detalle, una anécdota, y mucha gente harta saldrá a la calle, para entonces, tomarla de verdad, y luego se echarán las manos a la cabeza.


3/ Una sociedad sin ilusión y sin alma
Han sembrado una sociedad de desesperanza, sin ganas de luchar, una sociedad en la que por más que reciba golpes es mejor callar que hablar. Hay mucha gente que confió su voto a los actuales gobernantes con la intención de un cambio prometido, después de un año, no sólo no se han cumplido los sueños, sino que se han cercenado las esperanzas.


Sólo unos pocos, comparados con todos los indignados que hay dentro de sus casas, salen para recordar a nuestros políticos que no les representan, que en el sistema algo falla, y que los que lo pueden cambiar, más allá de las ideologías, no lo quieren cambiar. Pero salir a la calle significa poco para los políticos, las huelgas generales no cumplen ya su función, han quedado obsoletas en los sistemas actuales y unos y otros se niegan a renovarse, pero los que nos representan cierran ojos y oídos, y miran hacia otro lado.


4/ Viviendo por encima de nuestras posibilidades
Nos lo han dicho tantas veces que uno ya lo acaba dudando todo, los políticos nos acusan y nos recortan lo que teníamos con la excusa de que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades. Ahora resulta que tener becas, poder hacer mamografías o ayudas a la dependencia era vivir por encimad e nuestras posibilidades. Mientras ellos hacían magníficos edificios, museos sin contenido, puentes inútiles que duplicaban y triplicaban sus inmensos presupuestos iniciales, y todavía tienen la caradura de decir que nosotros vivíamos por encima de nuestras posibilidades. Duele más la mentira que la verdad.


5/ Politización de los sentimientos
En esta situación, muchos son los que se quieren apoderar de todos estos sentimientos sociales desde un punto de vista partidista. Aquellos que viven inmersos en su territorio del castillo del sistema político actual se esfuerzan en poner etiquetas a los sentimientos, para llevarlo todo a las dos Españas, dividiendo para poder vencer. Es más fácil decir que es la ultra izquierda la que promueve todo, para crear miedo en los que piensan contrario, cuando en realidad, la indignación no entiende de ideologías y si de sentimientos, pero es mejor no admitirlo ya que sería reconocer el gran error.


Detrás de las personas que salen a manifestarse sólo hay personas, con ideas políticas, pero en muchos casos diferentes, ese es el gran problema de este movimiento, por eso no ha salido una alternativa política al movimiento para que sea reflejada en las urnas, ya que todas las pseudo plataformas que han buscado votos derivaban hacia determinadas tendencias políticas. Cuando el sentimiento, más allá de la ideología cobre forma en opción política con la idea de reformar las leyes, será el día en que podrá empezar el cambio, sólo falta un líder que lo enarbole sin ser ni derechas, ni izquierdas.


6/ Indignados por encima de todo
Así es como se siente mayoritariamente la sociedad española, desde la calle o desde sus casas, indignados con una clase política que insulta en lugar de escuchar, indignados con los bancos que siempre ganan, piden y no dan, indignados con la corrupción que se fomenta y no se persigue, indignados con una sociedad que no da trabajo a los jóvenes, indignados con un mundo que pone zancadillas en lugar de tender la mano para ayudar, indignados y más indignados.


Y ante esto los políticos siguen mirando como ganar unas elecciones, sin cambiar y tomando las decisiones contrarias de los que les eligieron. Si a la indignación le sumamos la desesperanza, tenemos una sociedad que no se identifica con quien les gobierna y la historia ya ha dado muchas lecciones de que sucede cuando se invierte la sociedad de esta manera.


7/ Jóvenes hipotecados y sin futuro
Y son los jóvenes los que han tomado la calle, y algunos los cuestionan, si estuvieran en su pellejo no lo harían tanto. Las tasas de paro son altísimas entre los jóvenes, la mayoría de ellos altamente cualificados y perdiendo muchos años de su vida sin entrar en la vida laboral, años que después de acabar sus carreras y hasta que encuentran trabajo, tendrían que trabajar hasta los 70 ó 80 años para cotizar los años suficientes, con el sistema actual, y posiblemente nunca cobrar una pensión.


Cómo no van a protestar en la calle, cómo no van a levantar sus brazos y decir basta, bastante tranquilos y pacíficos son, qué futuro les estamos dejando, hipotecando sus ingresos futuros para pagar los intereses que en la actualidad se acumulan para cubrir los desmanes de las castas políticas actuales y anteriores. La sociedad de mañana, será la de los jóvenes de hoy, si alguien no los escucha se acabará arrepintiendo, los engaños no son eternos.


8/ La objetividad, bien lejos, por favor
Los medios de comunicación ejercen de brazos armados de la casta política, son acallados o manipulados en virtud de unos objetivos que se quieren lograr. Medios que cuando están unos lo ven todo mal y cuando están otros lo ven todo bien, medios que cuentan lo qué quieren y cómo quieren, tertulias de periodistas aficionados a la política, capaces de defender lo indefendible por puro fanatismo, de la misma forma que un penalti de libro es negado por el equipo contrario aunque le hayan roto la pierna al delantero.


Canales de televisión partidistas, de todas las ideologías, aunque la derecha siempre le ha encantado jugar con la manipulación, sueltan sus medias verdades convertidas en grandes mentiras, convirtiéndose en altavoces de unas ideologías que son capaces de cualquier cosa por seguir en el poder. Medios capaces de ver a un ciego como un agresor, o a un maestro como un anti-sistema.


9/ Si sois obedientes no os pasará nada
La desobediencia civil, toda una filosofía de Gandhi o punk, cobra más sentido que nunca. Desobedecer no es un delito, y la sociedad está ya muy harta de pasar siempre por el aro, y los obedientes entienden que, tal vez, no haya que serlo tanto, y desde una actitud no violenta se niegan a obedecer cosas que no entienden.


Así en Cataluña los movimientos con las autopistas negándose a pagar algo por lo que entienden ya han pagado, los médicos que se niegan a obedecer unas normas que no entienden desde su profesionalidad y atienden a cualquier enfermo, independientemente de su color o del tamaño de la tarjeta que tengan. Las sociedades cambian y mucho más rápido cuando empiezan las iniciativas de desobediencia civil.


10/ A mí que me rescaten
Ya la propia dinámica del rescate implica una derrota, un no poder hacer nada para resolver un problema por uno mismo. La sociedad está tan desesperanzada que prefiere que nos rescaten antes que hacer un esfuerzo conjunto, inútil cuando no se aglutina por un líder. Todos hemos bajado las manos, nuestros representantes los primeros, si estos no luchan, no pelean, y bajan los brazos, la sociedad hace lo mismo y se resigna a aquello que viene sea lo que sea.


12/ Las dos Españas
Los que trabajan y los que no trabajan, los que tienen algún ingreso y los que no tienen ninguno, los de izquierdas y los de derechas, los señoritos y los perro-flautas, los pobres y los ricos, los indignados y los asentados, los que sufren los recortes y los que los provocan, los corruptos y los ignorantes, los que ponen zancadillas y los que ayudan,… Siempre que existan dos opciones se puede dividir a la gente, y por lo tanto, provocar más individualismo y menos presión social.


13/ Sufriendo en silencio como lo que ya sabes
Y al final todos acabamos sufriendo de una callada manera todo lo que nos viene encima, despotricando cuando quedas con los amigos, o en el breve trayecto de un ascensor, hablando, pero sabiendo que los que te tienen que escuchar no escuchan. Un silencio que mata, un silencio en el que parece que no pasa nada, cada vez más gente sin empleo, todos conociendo historias de amigos y familiares pasándolo mal, y aquí parece que no pasa nada.


Por un lado nos quitan y nos quitan, a los que han quitado siempre libertada y manga ancha, dejando una clara sensación de que al final siempre acabamos pagando los mismos, los desmanes de unas decisiones políticas, en las que en la mayor parte de los casos poco o nada tenemos que ver, los que se deberían de responsabilizar de sus decisiones se van de rositas, dejándonos que paguemos la cuenta de la fiesta y marchándose sin pagar.


14/ La cultura no es importante, los toros y el fútbol sí
Los mensajes políticos que se envían a la sociedad son muy claros, opio para el pueblo, censura y limitación en la cultura y la educación. La subida del IVA, la caída de las becas, el encarecimiento de las matrículas, y demás desmanes, tambalean los principios de una sociedad que es capaz de castrarse a sí misma, antes que de reconocer los errores cometidos.


Pero para alguien que quiere controlar a las masas es fundamental dar toros y fútbol subvencionados para evitar que la gente se agrupe en otros recintos y le dé por pensar otras cosas. ¿Alguien puede entender este tipo de decisiones en pleno siglo XXI? ¿Seguro que hemos avanzado algo en estos tiempos? Uno no puede evitar sentir que entra en una máquina del tiempo y que volvemos muchos años para atrás.


Si nuestros políticos no entienden que la educación es nuestro futuro, en manos de quién estamos.


15/ Si te pones malo es tu problema
En sanidad ha ocurrido tres cuartos de lo mismo que con la cultura. Nuestros políticos son capaces de decirnos que nos ponemos malos porque queremos, que usamos los hospitales a nuestro antojo, como si a uno le diera un placer tremendo visitar los pasillos blancos de los centros de salud. Una vez más culpan a la sociedad de lo que sucede, como si nosotros tuviéramos la culpa de sus desmanes.


Con esos antecedentes se lavan las manos y se dedican a potenciar unas privatizaciones, vendiendo lo que hemos pagado entre todos a precio de saldo, y recibiendo un peor servicio a un precio más alto. La responsabilidad social, que no tiene nada que ver con lo rentable, sino con lo social, se olvida, de la misma forma que se les olvida a nuestros políticos que ellos también son humanos y mañana tal vez necesiten usar esos servicios médicos que hoy recortan con mucha alegría.


16/ La lacra del paro, la lacra del no saber que hacer
No es lo malo estar en el paro, lo malo es no tener ningún trabajo, sea cual sea, en el que trabajar. Detrás de cada caso hay una tragedia personal, un gran problema económico y la entrada en un túnel del que es muy difícil salir. Por contra a algunos políticos y representantes, atrincherados en un bienestar sustentado con fondos públicos, se les llena la boca llamando vagos a casi seis millones de personas que en muchos casos no han hecho otra cosa que trabajar hasta que sus negocios han quebrado.


Además, dentro de todos estos datos hay muchos autónomos que facturan nada o casi nada, pero que ellos nunca podrán disfrutar de un subsidio de empleo. Una sociedad con casi seis millones de parados sorprende que sea tan sumisa y obediente, sorprende que no exija a los que ahora les gobiernan más medidas y soluciones para activar una economía que parece muerta, sorprende que aguante como se rescata a unos bancos y no rescata a todas las familias que sufren la lacra del paro.


17/ Pateras de entrada y pateras de salida
Ayer eran las pateras las que venían cargadas de inmigrantes en busca de un trabajo y una salida digna a la miseria a la que se veían abocados desde sus países de origen. Vinieron en la mayor parte de los casos para trabajar y fueron caldo de cultivo para los bancos que les hicieron soñar con tener lo que nunca hubieran soñado con poseer. Ahora sufren más que nadie el azote de la crisis, sin familia y sin nadie que les pueda ayudar, y con la tristeza de no tener valor para desandar su viaje y reconocer su derrota.


Ahora desde nuestras ciudades salen pateras con jóvenes cualificados que intentan buscarse un futuro en otros países europeos que los reciben con las manos abiertas. Gente muy calificada a la que se le puede pagar sueldos ajustados y que le ha costado al país 0€ en formación. Dejamos marchar a nuestros jóvenes sin reconocer la incapacidad que hemos tenido para darles una oportunidad para progresar en nuestra sociedad, dejando que otros países se enriquezcan con su valor añadido.


18/ Tengo un mensaje para ti
Si de algo os habéis podido dar cuenta en este post y en los anteriores, es de la cantidad de mensajes con forma de cartel que la gente emplea para hacerse oír sin tener que abrir la boca, una boca que sólo se quiere acallar, pero con unos mensajes que no se pueden negar.


Mensajes cargados de sinceridad, algunos de creatividad pura, otros de un humor negro, y los más, nacidos desde las entrañas de la rabia y la indignación. A la sociedad le está costando despertar de un letargo de años de silencio, si los políticos no despiertan a la vez, tal vez, les toque vivir una pesadilla.

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